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martes, 14 de julio de 2009

Samaná, una imagen imborrable

Cuando llegamos a Sabana la Mar, no sabíamos si nos estaba esperando la lancha o tendríamos que dar toda la vuelta a la bahía por carretera. La lancha solo demoraba 45 minutos, la vuelta por carretera, 4 horas. Éramos un grupo de 11 personas, todos agentes de viajes que estábamos haciendo un viaje por toda la República Dominicana, invitados por una cadena de hoteles y COPA Airlines, que recién empezaba a volar desde BsAs a Santo Domingo, la capital. De todo el viaje, éste era el único servicio que estaba sin confirmar, ya que no era muy requerido. Además, Samana no era un destino para los argentinos, justamente porque el traslado en ese entonces desde la Capital, demoraba más de 8 horas hasta la Península. Pero sucedió todo como estaba previsto, ahí estaba la lancha en su muelle.

Todos a bordo y a navegar más o menos 15 minutos entre manglares, hasta salir a mar abierto. El tiempo pasó volando, mejor dicho, navegando rápido. Desde que empezamos a andar se veía como un islote, nos dijo el guía que era Cayo Levantado, situado frente a Samana y eso nos hizo sentir que no estábamos lejos. Cuando la lancha se acercaba y veías el puente que esta frente a la ciudad, parecía que estabas llegando a un lugar totalmente edificado y moderno, pero no, solo era el puente. Bajamos de la lancha, subimos al micro y luego de una hora de traslados por un camino cómodo y subiendo y bajando cerros pequeños, llegamos al hotel. En aquel entonces se llamaba Amhsa Casa Marina Bay, hoy Grand Paradise Samana. El recibimiento fue a base de piña colada, música al ritmo de merengue y cuatro parejas bailando. Parecía que llegábamos a un lugar hermoso, pero como otros tantos de nuestro Caribe. Nos ubicamos en nuestras habitaciones, hermosas, espaciosas. La mía con vista al mar, la de Horacio también y así las 11 habitaciones, aunque no estaban en el mismo bloque. Esa fue la primera sorpresa, por la ubicación del hotel, casi todas las habitaciones tenían vista al mar. A la noche, luego de un baño, nos encontramos en el buffet, otra grata sorpresa. Sabiendo que es un 4 estrellas, era un buffet al mejor estilo 5 estrellas. Un show impresionante nos sedujo al final de la noche.

A la mañana siguiente nos encontramos con la playa: La playa, el mar. Resumo diciendo que es la mejor playa de dominicana, así de sencillo. El contraste entre sus colores, la tranquilidad de sus olas, la temperatura ideal, el aire que respirabas, era todo perfecto. Recién a las 5 de la tarde nos movimos a nuestras habitaciones. Ese día era libre, al día siguiente nos esperaba un recorrido por los 3 hoteles que había en ese entonces, hoy son más de 7 los resorts. Como a las 6 de la tarde, tomé una bicicleta, eran del hotel y te la prestaban por una hora. Decidí ir a Las Galeras, el pueblo cercano, a conocer un poco la zona. En 30 minutos llegué. Qué lugar el que atravesé. Hay una foto que siempre sale en las búsquedas del destino y es un camino lleno de cocoteros, el mar enfrente y varios botes semis abandonados en la orilla sobre la arena. Ese es el lugar que atravesé. Claro, ya estaba oscureciendo y me pareció estar en un lugar hermoso pero por el ocaso del sol, era algo fascinante. Estaba incrédulo, ya habíamos visto más de 5 playas diferentes y nos esperaban otras 5.


Samana

Al día siguiente no nos llevo mucho tiempo recorrer el Hotel Occidental Cayacoa, hoy Bahía Príncipe Cayacoa, muy lindo y una vista muy completa de la bahía. Para llegar a la playa hay un ascensor, la colina donde está construido es alta. Visitamos también el Hotel Bahía, hoy Bahía Príncipe Samaná, desde ahí embarcamos a Cayo Levantado. Es un islote sacado de un sueño, es indescriptible. Solo fue una estancia de media hora, para recorrerlo, hoy ahí está el Hotel Gran Bahía Príncipe Cayo Levantado, un hotel de ensueño para un lugar de ensueño.


Viaje a Samana

Al regreso, llegamos al hotel justo para el almuerzo, a las 3 de la tarde ya estábamos listos para irnos a la playa, pero decidí ir caminado esta vez por el mismo camino por donde anduve en bicicleta la tarde anterior. Había algo de atracción en ese camino que me dejó con dudas. Volví caminando despacio, esta vez con mucho sol y con más tiempo. Al llegar a la mitad del camino, a lado de un bote, frente al mar, solo, me sentí como Robinson Crusoe. Ese lugar transformó mi visión de una playa y eso que nací cerca de una. Fue una regresión a los tiempos lejanos donde no había hoteles ni nada por esa zona. Esa imagen la tengo hoy imborrable en mi retina, esa imagen es muy parecida a esta foto.


Paquetes Samana

Samana hay que vivirlo, en una foto no se puede simplificar, ni mostrar, ni resumir lo increíble qué es ese lugar.

Danilo Pompa - info@guajira.com.ar
www.guajira.com.ar

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